Una de las circunstancias que me tienen absolutamente maravillado ante la inminente marcha de Neymar es que todavía desconocemos el coste exacto de su llegada, una anomalía inconcebible en cualquier otra entidad pero perfectamente asumible en este club cuya historia más reciente se escribe de cara a la pared, a doscientos kilómetros por hora y con los labios pintados de rojo: a lo loco. Contemplo la posibilidad de que esta sea una afirmación desproporcionada y alentada por el dolor que, como aficionado, me produce la partida del garoto pero hace un tiempo que vengo barruntando lo siguiente: si el fútbol fuese una película de M. Night Shyamalan -incluso puede que lo sea y no me haya enterado- el resto del mundo ya debe haber comprendido que el Barça está muerto pero todavía no lo sabe o, lo que es peor, sí lo sabe pero vive feliz pensando que la muerte no le sienta tan mal.
source Portada de Deportes | EL PAÍS http://ift.tt/2u6Gs4Z
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire