Un día en Londres se cruzaron subiendo y bajando del podio Mo Farah y Usain Bolt, los triunfadores. Fue un día de jolgorio e ingenuidad compartida, alegría sin sombras, como todos los de los Juegos del 12 en el siempre rebosante Estadio Olímpico. Farah, el fondista británico imbatido en 5.000 y 10.000 metros en Mundiales y Juegos desde entonces, terminó haciendo el gesto de Bolt, tan menudito y sonriente en el podio; el jamaicano correspondió llevándose las manos a la cabeza con un florido arco de los brazos, la firma del fondista.
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