A Marcos Torres lo conocí hace unos meses en Pontevedra, durante una tertulia radiofónica conducida por mi idolatrada Gemma Nierga. Insultantemente joven y canchero, el párroco de Lalín es uno de esos curas modernos que te hacen dudar sobre si habrán estudiado en un seminario o en un potrero de Argentina pues su oratoria tiene algo de gambeta y no dudan en disparar a puerta en cuanto surge la ocasión. Allí estaba él, presumiendo de colores y cierta camiseta firmada por Cristiano Ronaldo cuando mi indignación dio un paso al frente y le espeté la pregunta que muchos aficionados del Barça nos llevamos haciendo desde que tomamos la primera comunión: “Dígame, padre: ¿por qué Dios es del Real Madrid?”. La respuesta brotó de su boca como si el mismísimo aludido hablase a través de él, adornada su voz con la típica expresión de profunda satisfacción que delata a un madridista cuando intuye que el rival se consume a su merced. “No creo que Dios sea del Madrid pero sí un poco más que del Barcelona”, me espetó para regocijo mayoritario del público presente.
source Portada de Deportes | EL PAÍS http://ift.tt/2vbW7xm
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire