Acostumbra Cristiano a celebrar sus goles, tantos como son, de dos maneras, una estruendosa, ya saben, la que adorna con ese espantoso grito que tanto gusta a algunos de sus admiradores, y otra más calmada, silenciosa, en la que el jugador se limita a llevarse el dedo índice al pecho y señalar después al césped, como diciendo “yo solo hablo aquí”. A veces junta ambas, con lo que la celebración queda de lo más completa, del mutismo al aullido, podría decirse. Eso en circunstancias normales, que si la ocasión lo requiere también puede mostrarnos sus pectorales, tantos como son, o quedarse quieto, con los brazos en jarras, gesto desafiante, perdonando la vida quién sabe a quién. Pero vamos a lo que vamos, que divagamos. A raíz de la noticia de que la juez doña Mónica Gómez Ferrer ha admitido a trámite la denuncia del fiscal contra Cristiano por no haber declarado unos dinerillos, lo que demuestra que la togada es una ignorante futbolística que piensa que Cristiano es del Barça, pues la justicia conspiradora solo perseguía a los futbolistas del Barça, ¿lo recuerdan?, a raíz de aquello, decíamos, un periódico portugués publicó que la estrella quería abandonar España, ese país que le trata como a un delincuente. El enfado de Cristiano, supimos después, no solo se dirigía contra el fiscal y doña Mónica sino también contra el Madrid, que no le había dado el cariño que merecía. Pero acudió Florentino Pérez a las ondas y su voz se abrió paso entre la tormenta. “Todo esto es muy extraño y en los próximos días hablaré con Cristiano. Tengo que hacer una defensa a ultranza de él como jugador y como persona”, dijo el presidente, que añadió: “En cuanto al tema fiscal, no lo conozco bien”. Resumiendo: que el señor Pérez no tiene ni idea de lo que ha hecho el jugador pero defiende a ultranza al jugador. Si eso no es cariño…
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