Mayúscula, como tantas carreras que llevan su firma. Así fue la victoria de Valentino Rossi en Assen, la primera del año, la primera desde que ganó el gran premio de Cataluña del 2016. Mientras algunos dudaban y otros escogían mal, el más veterano piloto de MotoGP, 38 años a sus espaldas, el hombre más popular del circuito, el mejor piloto de la historia, cargó con el peso de una carrera que empezó sobre el asfalto seco y terminó siendo algo parecido a una lotería. Porque cayeron unas gotas; amansó, se volvió a animar, y pareció que se venía, de nuevo, la tormenta; pero volvió a amainar. Y Rossi no vaciló ni un segundo, a lomos de su Yamaha, con ese chasis nuevo que le permite entrar con más confianza a las curvas y, en todo momento, con gomas de seco. Si acaso bajó un poco el ritmo cuando más arreció la lluvia. Que ser atrevido no significa ser un incauto.
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