Dani Ceballos (Utrera, 20 años) pasea por el hotel de la selección en el corazón de Cracovia con la misma soltura y tranquilidad que transmite en el campo cuando juega a convertir en fácil lo difícil. La selección acaba de terminar su penúltima comida en Polonia y Ceballos le pide a Asensio que deje abierta la puerta de la habitación que comparten antes de iniciar la difícil tarea de buscar una sala libre para atender a EL PAÍS. La primera la descarta porque algunos de sus compañeros están jugando al ping-pong y al póker; en la segunda se topa con Saúl, sentado frente a la radio; a la tercera por fin encuentra sitio. El bético, la sensación del campeonato, está a unas horas de jugar su segunda final profesional, el partido más importante de una prometedora carrera en la que quieren cruzarse Real Madrid y Barcelona.
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