La carrera más disparatada de las últimas temporadas lo fue tanto que hasta desquició a alguien con tanta experiencia como Sebastian Vettel, el piloto con más títulos de la parrilla (cuatro). Al alemán se le fundieron los plomos en un la vuelta 19 del Gran Premio de Azerbaiyán, con el coche de seguridad en la pista y cuando circulaba el segundo, pegado al trasero de Lewis Hamilton. El británico daba bandazos a baja velocidad para calentar las gomas antes de la reanudación. En una de esas pegó un frenazo que provocó que el Ferrari de Vettel le golpeara por detrás, un roce que hizo que el corredor de Heppenheim cortocircuitara, colocara su monoplaza en paralelo y le golpeara lateralmente. La chiquillada le costó al líder del Mundial una penalización de 10 segundos y enmarañó todavía más una prueba ya de por sí complicada. Un tiovivo que se adjudicó Daniel Ricciardo, por el que nadie hubiera apostado grandes fortunas si tenemos en cuenta que arrancó el décimo y que, además, tuvo que entrar al garaje a las primeras de cambio para que liberar una obstrucción en las tomas de aire de los frenos.
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