Cuando Óscar García Junyent llegó al Maccabi de Tel Aviv en julio de 2012, el equipo de fútbol más antiguo de Israel acumulaba diez años sin oler el título de liga. En su segunda experiencia como entrenador —antes ocupó el banquillo del Juvenil A del Barcelona—, el exjugador azulgrana logró el premio gordo después de ceder solo cuatro derrotas durante toda la temporada. “Es un país que se vuelve loco con el fútbol”, asegura por teléfono desde Austria, donde este curso dirige al Red Bull Salzburg.
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