En cualquier partido de fútbol casi siempre se alcanza un umbral, hacia el final, en el que una parte de los espectadores se vuelve irritada hacia el reloj y resopla malhumorada. No soporta que el rival, con el resultado a favor, se empeñe en no jugar. Pero lo cierto es que hacerlo podría acarrearle disgustos de última hora. Se impone pisotear los segundos uno a uno, como a cucarachas, hasta que no quede ni uno y el árbitro pite el final. Los jugadores se dejan caer, se duelen sin dolor, alejan la pelota, buscan las esquinas, ralentizan los saques de portería, se retiran lentamente cuando los sustituyen… El fútbol abarca un universo tan complejo y rico de matices que incluye el anti-futbol. Coger un minuto y reducirlo a una bola de papel que se lanza al cubo de la basura no deja de ser una forma de desarmar al contrincante, para el que esas pequeñas pérdidas de tiempo se vuelven desesperantes.
source Portada de Deportes | EL PAÍS http://ift.tt/2eNIGdV
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire