No hay estadio más imposible para el Barcelona que Anoeta. A una colección dolorosa de cinco derrotas, alguna tan cruel que provocó la destitución de Zubizarreta, añadió ayer un empate vergonzoso por la superioridad futbolística de la Real y por el pobre juego del equipo de Luis Enrique. El partido y la jornada fueron un inventario de calamidades que dejan muy mal parado al Barça.
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