Un penalti tonto, hecho casi sin querer por Lejeune a Roque Mesa cuando el partido agonizaba, sirvió a Las Palmas para romper la racha de seis partidos sin ganar y dejar con cara de tonto a un Eibar que no se mereció tal castigo. Porque los de Mendilibar mandaron en la segunda parte y llegaron a tener cerca la victoria.
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