La batalla fue feroz. Un resumen de la larga guerra que han mantenido estos dos pilotos a lo largo de su ya dilatada vida en las carreras, desde el karting hasta el Mundial de Fórmula 1. Tras haber perdido la mayoría de batallas, Nico Rosberg encontró esta vez la fórmula para doblegar a Lewis Hamilton, uno de los integrantes más geniales de la parrilla, alguien capaz de imponer una descomunal presión psicológica sobre sus rivales. Las estadísticas de ambos se han ido trenzando a base de golpes: Rosberg dominó el campeonato al principio para perder después la batuta, que pasó a manos de su compañero, antes de que Nico demostrara que la metamorfosis que había experimentado a base de trabajo era real. Fue su fuerza mental, aupada por el nacimiento de su hija Alaïa, la que le condujo hasta el título.
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