En los días previos al partido contra el Legia, la preocupación era por la actuación de los ultras polacos. Por si reventarían la fiesta como en el partido del Bernabéu o por si, finalmente, se quedarían en sus casas o en los bares para ver el partido. Al campo no podían acceder por el castigo de la UEFA de jugar a puerta cerrada. Atardeció a las 4 de la tarde en Varsovia. No hubo rastro de los radicales en la helada tarde de la capital polaca. Cinco grados marcaban los termómetros pero con la rasca y la humedad del río Wisla parecía más bien una temperatura bajo cero.
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