Le costó madrugar al Madrid, que se tomó una siesta matinal hasta que irrumpió Bale, con hora británica, para despachar a los reclutas del Leganés en dos jugadas con rebote. Dos remates a puerta en todo un acto y dos tantos del galés. Así de puntual puede ser este Madrid, al que en muchas jornadas le caen goles de la nada. Es lo que tiene disponer de gente como Bale o Cristiano, que tuvo una mañana crispada, guerrillero con los suyos, los adversarios, los árbitros y todo lo que se meneara a su alrededor. Señal de la pesadumbre del portugués, acorde con un partido espinoso, con más ceniza que fútbol. Un duelo de puro barbecho. Con Bale bastó. Él solo se comió al Leganés. Los goles, remates y amenazas serias fueron cosa del galés. El tragón de la mañana en Chamartín.
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