Hay empates dulces. No importa que el marcador haya quedado trabado en cero ni que las porterías hayan pasado prácticamente por desapercibidas. El Espanyol y el Athletic se quedaron mudos de goles en Cornellà y nadie se inmutó. Para los blanquiazules significó plantarle cara a un hueso duro como el conjunto vasco y para los muchachos de Valverde simbolizó terminar entero una semana agitada en el calendario. No le importó a la hinchada del Espanyol que todavía no vio ganar a su equipo en el RCDE Stadium en lo que va de campaña ni tampoco le afectó al Athletic que ya suma 18 años sin llevarse los tres puntos de la casa blanquiazul.
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