jeudi 3 novembre 2016

Barcelonismo

Como el Barça ganaba tan poco y se respiraba cierta esperanza en que la democracia no duraría, lo cierto es que tardé muchos años en reconocer a todos los vecinos del pueblo con simpatías hacia el mismo club al que yo juraba lealtad en la clandestinidad de mi habitación, agarrado a un pingüino de peluche al que llamaba Migueli y que ejercía como faro, confidente y único testigo de mi atrevimiento. Fueron días de pequeñas alegrías y enormes disgustos que, por esas cosas del amor infantil, me dejaban sin cenar más veces de las que recomendaría cualquier pediatra y terminaron por convertirme en la clase de nieto que las abuelas repudian en público, sin necesidad de dar explicaciones: flaco, desgarbado y con unas ojeras que comenzaron a granjearme fama de drogadicto al poco de que se me cayeran los dientes de leche.

Seguir leyendo.



source Portada de Deportes | EL PAÍS http://ift.tt/2e4Svb0

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire