Gareth Bale decidió ayer que la modorra con la que el Madrid saltó al campo para enfrentarse al Leganés tenía un límite. A eso de las 12.37, cuando en el Reino Unido ya están terminando de comer, en lugar de dirigirse a tomar el vermut, el galés recogió un pase de Isco y enfiló la portería contraria. En realidad, ya había tirado la diagonal antes de que Isco pusiera la pelota en el suelo para centrar. No le pudo frenar nadie.
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