Apenas soltó el freno de mano el Celta y le bastó para dejar muy atrás a un Granada lamentable que en Balaídos volvió a emitir muy malas vibraciones. El equipo de Lucas Alcaraz parecía haber entrado en vereda. No gana, no lo ha conseguido en lo que va de campeonato, pero al menos las cuatro últimas jornadas las había cerrado con tres goles en contra, dato estimable si se considera que en ellas tuvo que desplazarse a los feudos de Barcelona y Valencia. No hubo un gran estrépito en la derrota en Vigo, pero sí la sensación de que el equipo está muy lejos de competir al nivel preciso para dejar la cola de la clasificación. Desde hace diez años no se conocía un colista que hubiese puntuado a estas alturas menos que el Granada, desde entonces no era preciso sumar al menos diez puntos para evitar en la jornada trece los puestos de descenso.
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