Los jugadores del Madrid observaron el sábado pasado, al concluir el derbi, que Zinedine Zidane se reunía con el presidente Florentino Pérez camino de la conferencia de prensa. Dos testigos de la escena aseguran que el clima en el vestuario no solo era de abatimiento por el partido perdido (0-1). Era de suspicacia. De intriga ante lo que manifestaría el francés públicamente después de sufrir su primera derrota como entrenador de la primera plantilla. Algunos temían que se sumara a la corriente que, de forma regular desde 2010, impulsa a la cúpula del club a señalar a los futbolistas como responsables principales de los fracasos. Conectados a la web y a la tele, los jugadores siguieron la comparecencia alarmados ante lo que pudiera inferir una afición cada vez más crispada. No tardaron en sobresaltarse. Al minuto de intervención Zidane pronunció la palabra fatídica. “El próximo año habrá cambios”, advirtió. En la jerga de los empleados balompédicos, “cambios” es el eufemismo que encubre los despidos.
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