Anni Espar llegó avisada por sus compañeras de equipo a la piscina californiana donde se disputaba un torneo amistoso en septiembre del 2011. Jugaban la Universidad de Hawai contra Princeton. “Verás la portera de las Tigers, no te lo vas a creer”, le dijeron. No exageraron. “Era increíble. Pensé: A esta mujer la vamos a sufrir mucho”, recuerda ahora. Y así fue. Poco después, ella y sus compañeras de la selección júnior española la padecieron en el Mundial de Volos (Grecia). “Lo paraba todo”, recuerda la española, que este miércoles, como el resto de la selección española, volverá a encarar a la portera norteamericana, un portento, reconocida desde el mundial de Kazán (Rusia) como la mejor del mundo. “Es increíble, a veces tengo la sensación de que tiene velcro en los brazos, las pelotas se le quedan pegadas”, se rinde Jennifer Pareja, capitana de una selección que volverá a tratar de superarla, esta vez en Gouda.
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