La tarde-noche estaba para escuchar fados. Coger la discografía de Amalia Rodrigues, Dulce Pontes, Mariza, Margarida Bessa, Carlos do Carno o Waldermar Bastos, el angoleño que no hace fados, pero lo parece, y entender que la lluvia puede ser algo más que melancolía. Estaba la tarde-noche para leer a Pessoa o a Alexandre O´Neil, o a Bittoriano Gandiaga, el mejor poeta vasco, que contrastaba su aspecto melancólico con su sonrisa permanente. Al lado de San Mamés, donde anidaban los aficionados del Deportivo incubando el partido, el regente del bar puso una y otra vez Knocking on heavens door de Bob Dylan. Todo un mensaje intencionado, sin embargo, celebrado por los aficionados deportivistas porque... Bob Dylan es Bob Dylan. Pero quien llamaba a las puertas del cielo era Aritz Aduriz, a sabiendas de que tiene a San Pedro cabreado de tanto abrirlas para que pase el mismo pesao de siempre. Porque a los dos minutos ya se plantó ente el debutante (de 37 años) Platikosa (tres Mundiales y dos Eurocopas a su espalda y ahora tercer portero del Depor) anunciando que llamaba para invadir la casa de la felicidad que es la portería. Que el cielo era cosa suya, vamos y que pasaba muchos fines de semana allí e incluso días laborales.
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