Que el irreverente Borna Coric tiene un futuro espléndido salta a la vista; que el jovencísimo croata apunta a ser uno de los referentes del circuito a largo plazo tampoco es ningún descubrimiento; pero que hoy día, aún, existe un pequeño gran abismo entre él, el futuro, y Rafal Nadal, inmerso en un presente complicado, es una certeza todavía más indiscutible. Regresó el español a la pista central de Flushing Meadows, donde no pudo estar el curso pasado como consecuencia de su retahíla de dolores pasajeros, y lo hizo como mandan los cánones. Es decir, con una victoria (6-3, 6-2, 4-6 y 6-4 en dos horas y 47 minutos de partido) y la solvencia idónea para abrir el paso.
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