El 5 de febrero del 2006 Leo Messi sufrió su primera lesión como jugador del primer equipo del Barcelona. El parte médico habló de una “elongación en el bíceps femoral de la pierna derecha”. Era un pipiolo y aunque se le adivinaba una proyección tremenda, su impronta en el juego del Barça era la de un jugador de reparto. Estuvo diez días de baja. Nadie se asustó, ni se le añoró: se perdió un partido.
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