A Jorge Nuno Pinto da Costa le gusta tener todo bajo control. Y suele conseguirlo. Quizás por eso el eterno presidente del Oporto (lleva 33 años en la poltrona) se encolerizó al enterarse días antes de la semifinal del 2004 contra el Deportivo que su entrenador José Mourinho, con dos años más de contrato, negociaba su pase al Chelsea. La crisis amenazó con llevarse por delante al técnico que rescató al club cuando no solo no dominaba el fútbol luso, sino que palidecía en su propia ciudad ante la pujanza del Boavista, que había alzado su primera Liga.
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