Jorge Lorenzo se despertó y cuando miró al cielo no salía de su asombro. Unos cuantos nubarrones se ceñían sobre el circuito de Alcañiz. Otra vez, después de un buen puñado de días soleados y hasta calurosos, el día de la carrera amanecía nublado. “No me lo podía creer”, confesaba el mallorquín, que había sido el más rápido en los últimos dos grandes premios hasta que el domingo la lluvia terminó aguándole la fiesta. Así que, después de la sesión matutina, como ya había hecho en otras ocasiones (y con buenos resultados) decidió poner al mal tiempo buena cara e hizo sonar The Beatles a toda leche: Here comes the sun inundó el ambiente y ahuyentó fantasmas.
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