Las dos últimas temporadas que el Deportivo completó en Primera División llegó a Navidad con doce y trece puntos en su casillero. En la actual acaba septiembre con once, sexto en la tabla y con la sensación de que algo se está construyendo a pesar de las severas restricciones económicas que todavía padece y padecerá. Sale el sol en Riazor, que brilló como en sus mejores días en el veranillo de San Miguel para acompañar ante el Espanyol una goleada plácida y balsámica de su equipo, que incluso se permitió el lujo de dosificar los esfuerzos de sus futbolistas más baqueteados. Todo mientras en los videomarcadores del coliseo herculino se anunciaba que el club, tan frágil de salud durante el último lustro, ya sobrepasa los 25.000 abonados, cifra nada desdeñable en los tiempos del fútbol televisado por doquier y en una ciudad de 230.000 habitantes.
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