vendredi 2 novembre 2018

Solari, un traje y un balón con barro

Un precio que juega. Bale ejemplifica lo difícil que es tender puentes entre el fútbol y el negocio. Para el club es una gran inversión, para los entrenadores un gran talento que te da “hoy un juramento y mañana una traición” (tango dixit). En el último partido de Zidane (final de Champions), Bale fue suplente y en el último de Lopetegui (el Clásico) fue suplantado. Son partidos con mucha carga simbólica donde los entrenadores nos cuentan cosas sobre el estatus de los jugadores y esta es fácil de interpretar. Sabemos que en el próximo partido Bale puede marcar el gol del campeonato, pero que le falta el carisma, la ambición y hasta la salud para llenar las expectativas de su colosal cotización. Por supuesto que él no tiene la culpa del precio que le puso el mercado, pero sí es responsable de reclamar una libertad en el campo que su rendimiento no autoriza.

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