Es difícil pensar en un deportista que domine su especialidad de la forma que lo hace Simone Biles desde que debutó hace cinco años en unos Mundiales de gimnasia. Ni siquiera Michael Phelps o Usain Bolt, con los que la maravillosa gimnasta estadounidense compartió gloria en los Juegos Olímpicos de Río hace dos años, extendieron su dominio de la forma en la que lo está haciendo ella, que ha ganado este jueves su cuarto título mundial, todos a los que ha aspirado, y se convierte así en la primera gimnasta en lograrlo. Ni una caída en el salto, el primer aparato del día, ni otra en la barra han logrado romper el hechizo.
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