Héctor Herrera (Rosarito, 1990) no olvida aquellas noches en las que compartía colchón con cuatro futbolistas cuando tenía 13 años. Ese hacinamiento era obligado para centenares de adolescentes que habían dejado sus pueblos en México para tratar de ser futbolistas profesionales. Centenares de ellos fracasaron, Herrera impuso su osadía con el balón. A pulso de gambetas atrajo la atención de Ángel Coca González, quien ganó fama en su país por descubrir al ídolo de barrio, Cuauhtémoc Blanco. Herrera fue acogido por Pachuca, uno de los clubes que se ha afanado en fabricar a los jugadores del futuro.
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