A falta de juego, cuando falla la cordura, el fútbol queda a expensas de los inconformistas, arietes de la talla de Luis Suárez, centrales de la categoría de Piqué o extremos desconcertantes como Dembélé. A partir del desorden, a veces incluso de la sinrazón, los azulgrana le dieron la vuelta a un partido que tenían perdido merecidamente en Vallecas. La derrota contra el Rayo parecía escrita en el rostro del Barça, igual de desconcertante que en Butarque, cuando Piqué se vistió de Alexanco. El zaguero se arrimó al área de Alberto y los barcelonistas se ganaron un par de remates, uno para redimir a Dembélé y el segundo para coronar a Luis Suárez, el jugador franquicia del Barcelona.
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