La escandalosa suspensión del partido de futbol más importante de la historia argentina no fue un accidente, un error policial o la consecuencia del exabrupto de veinte inadaptados. La suspensión se produjo en medio de un caldo de cultivo producto de una seria crisis de autoridad cuyas causas más importantes, incluyen el vínculo obsceno entre el poder político y el delito, últimamente vinculado al narcotráfico. En ese contexto en el que cualquier cosa puede pasar.
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