“Quique, tienes que cambiar algo cuando las cosas no funcionan”, le advirtieron a Sánchez Flores desde la directiva del Espanyol el pasado diciembre, después de la derrota en Cornellà ante el Girona. El cuadro blanquiazul no terminaba de carburar, pero el técnico insistía una y otra vez con el mismo equipo. “No hay un once por decreto”, se defendía, en su momento, en público. Con un cuerpo técnico demasiado rendido a su carisma y liderazgo, el preparador del Espanyol se quedó vacío de consejos, sin respuestas frente a un conjunto ciclotímico, perdido en la zona media de la tabla.
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