Cuando el balón se aproximaba con peligro a su portería, Mark Flekken bebía agua tranquilamente de espaldas al juego. La extraña escena, ocurrida en un Duisburgo - Ingolstadt de la Segunda división alemana, supuso el empate (1-1) del equipo visitante en el minuto 18 y acabó con el portero petrificado dentro de su arco, impotente ante el gol más inoportuno de su carrera.
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