El Seis Naciones, ese torneo donde todos celebran la derrota inglesa, estrena este sábado una edición con especial enjundia. Nadie se ha llevado el trofeo a casa tres años seguidos en una cita con 130 de historia –hasta los 90 del siglo pasado se repartía título a igual número de puntos– y la Inglaterra de Eddie Jones desafía esa alternancia centenaria. El Mundial del próximo año en Japón obliga a los aspirantes a dar un paso al frente en un deporte donde los progresos se cocinan a fuego lento. El plan de Jones para destronar a los All Blacks exige ser potencia en su barriada. Y el mensaje del técnico a sus pupilos es tratarlo como un torneo más, olvidar la historia. Toda una afrenta que sus orgullosos vecinos no quieren tolerar.
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