A la espera de Coutinho, o de Özil, o quien decida Robert o Pep Segura, asustado como está el barcelonismo desde que perdió a Neymar y se lesionó Dembélé, necesitado de refuerzos en Europa y puede que también en la Liga, Valverde se atrevió a salir sin Messi en Turín. Nadie confía más en su plantilla que el entrenador, capaz de resguardar al 10 en el banquillo durante una hora en un escenario especialmente exigente, ante un rival rimbombante y necesitado como la Juve y en un torneo de la altura de la Champions.
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