Unos pocos minutos antes de finalizar la entrada en calor en el campo del José Alvalade, Luis Suárez y Messi se acercaron a unos tres metros y comenzaron a pasarse el balón a una velocidad difícil de seguir con la mirada. Parecía que buscaban ensayar velocidad para superar a la dura defensa de Sporting, simbolizada en Mathieu, pletórico en los cruces, imposible de regatear para el 9 y el 10. Sin embargo, su excompañero no fue el único martirio para los delanteros azulgrana. Al Barça le costó encontrarle las costuras a la defensa del Sporting. Y, cuando lo logró, Messi estaba sin la precisión de siempre y Luis Suárez estaba con la misma ansiedad con la que empezó el curso.
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