Pablo Lastras se ha comprado un ordenador y ha dejado la muleta en el cuarto de las escobas de su casa. Ordenador no había tenido nunca en sus casi 40 años de vida; muletas usaba solo desde hace siete meses, desde que se destrozó la cadera en una caída en marzo, en la Volta a Catalunya, un golpe tan fuerte que los médicos que le operaron le dijeron que sus huesos habían sufrido un impacto similar a los de una persona que se hubiera caído desde un cuarto piso e impactado sobre cemento o asfalto.
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