Está en un momento tan dulce este Barcelona que la obsesión de los últimos partidos parece llegar al minuto 90 con una manita y que la nómina de goleadores sea lo más variada posible: que se redima Piqué, como hizo en el último partido de Champions después de quedarse con las ganas de hacer un gol en el Bernabéu, o que Messi siga marcando y pueda recuperar todos los tantos que se le quedaron en el tintero durante su baja. Ganas no le faltan. Se vio en los últimos segundos de un partido que el Barça dominaba a su antojo; le imprimía el ritmo y la velocidad cómo y cuándo deseaba. Y si había que llegar al quinto para que el 10 se quedara a gusto, se hacía y punto. Y en ello se volcaron sus amigos y coristas, los pichichis de la Liga, Suárez y Neymar, los mejores asistentes del argentino.
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