Primero con una alineación revolucionaria y después mediante una supervivencia con los cuatro centrocampistas más jóvenes de su vivero, el Atlético se deshizo del Espanyol. La lesión de Tiago y la baja por sanción de Gabi provocó que los rojiblancos tuvieran que desempeñarse durante muchos minutos con Saúl, Koke y Óliver en la sala de máquinas. Por primera vez los tres centrocampistas que dibujan el eje del futuro del club tuvieron que apañarse en medio de la responsabilidad de sacar un partido complejo adelante sin los dos timones principales sobre el campo. Tiene el Atlético a tres de los centrocampistas con más proyección del fútbol español, tres pilares sobre los que sostenerse en los próximos años. El trío es una reivindicación de la cantera rojiblanca, más prolífica que mediática. A ellos se sumó en la última media hora Thomas para blindar el resultado ante un Espanyol que no hizo grandes cosas en ataque, pero que tampoco se descompuso. Estuvo siempre en el partido, aunque solo fuera desde el despliegue físico. No le apareció Asensio, al que se le cayó encima el gran cartel con el que se presentaba. Tampoco Hernán Pérez ni Víctor Álvarez dieron señales de vida. De eso también tuvo mucha culpa esa capacidad del Atlético para lograr que sus rivales parezcan menos de lo que son. Una vez más le faltaron gol y cierta continuidad en el juego con balón, pero la solidez defensiva le da para sobrevivir con un simple gol.
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