El Marsella tuvo la fortuna que se le negó al Salzburgo. Marcó en la prórroga a cinco minutos del final el gol que le lleva a Lyon para enfrentarse con el Atlético en la final de la Europa League. Lo hizo tras botar un córner que no fue, un castigo para el Salzburgo, la ejemplar revelación del torneo. Será la quinta final continental para los galos, la primera desde que en 2004 perdió contra el Valencia en la vieja Copa de la Uefa y siempre con el recuerdo de un hito del que se cumplen ahora 25 años, el triunfo en Bari ante el Milán para alzar la única Copa de Europa del fútbol francés. Hoy es un rival robusto para el equipo de Simeone, pero ni mucho menos inaccesible.
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