En los años salvajes de Eddy Merckx, las locuras del Tarangu José Manuel Fuente y las tragedias de Luis Ocaña cualquier pequeño detalle servía para alimentar la ilusión de los aficionados españoles al ciclismo y al Tour. Eran los años del Kas y sus ciclistas disciplinados a los que su director, Dalmacio Langarica, castigaba cualquier atisbo de orgullo o soberbia. No hay foto de ascensión al Tourmalet o al Galibier en la que tres o cuatro ciclistas de amarillo y azul no flanqueen en el sudor a las figuras de entonces. Su parición en las montañas las solía ilustrar L’Équipe con el dibujo de un ciclista bajito y muy moreno corriendo a pie portando en equilibrio una escalera de mano. Y debajo, un grito de alarma: “Llegan los Pirineos. ¡Que vienen los españoles!”·
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