Para este Atlético de Simeone que vive y sobrevive de la intensidad, que incluso oculta sus defectos con la pelota metiendo ritmo al trabajo de zapa, jugar partidos a medio gas le convierte en un equipo vulnerable. Tanto, que concedió su primera derrota liguera en el Wanda Metropolitano. El honor fue del Espanyol, que hizo mucho más por ganar que su descafeinado y desgastado rival. Más preocupado por el balón que en la época de Quique Flores, los futbolistas de David Gallego le dieron un repaso al Atlético. Jugaron más fluidos y gobernaron táctica y técnicamente el duelo. Los goles de Melendo y Baptistao también acabaron con los doce partidos consecutivos de Oblak sin encajar un gol en casa. Ese par de tantos complica el Zamora al meta esloveno si sigue siendo alineado y a su equipo la defensa de la segunda plaza, menos prioritaria ahora ante la posibilidad real de levantar un título en la final de la Liga Europa.
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