Ni su familia, ni el cementerio donde fue enterrado hace 34 años, ni el alcalde de su ciudad que quiso hacerle un homenaje, saben dónde descansa Manuel Francisco dos Santos, Mané Garrincha, la leyenda del fútbol brasileño bautizado como la “alegría del pueblo”. La administración del cementerio donde fue enterrado, en la región metropolitana de Río de Janeiro, asolada por la pobreza, reconoce que los restos del ángel de las piernas torcidas pueden haberse perdido durante un proceso de exhumación.
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