El tifoso de la Roma siempre espera, pero casi nunca gana. Cada agosto, parece llegar "l'anno bono". Sin embargo, solo lo es cada cuarto de siglo. Es decir, en tan solo tres ocasiones el aficionado giallorosso ha mirado a toda la liga desde arriba y gritado: "¡Campeones!". Está mucho más acostumbrado a recomponer en primavera sus sueños rotos y guardarlos en el cajón para la siguiente temporada. Fantasea con su triunfo mientras asiste al de otros. Y, aunque tal vez jamás lo admita, en los momentos peores hasta se pregunta qué se debe de sentir al ser de un equipo vencedor: el Real Madrid, el Bayern Múnich o, por más que la considere peor que el diablo, incluso la Juventus.
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