A causa de su nariz prominente y de una miopía que lo obligaba a usar gafas cuando andaba fuera de los campos, a Ernesto Valverde se lo conocía como Mortadelo por un supuesto parecido con el personaje del cómic. Pero Javier Clemente se cruzó por su camino y lo rebautizó. En la temporada 1986-1987, cuando el técnico y el jugador coincidieron en el Espanyol, Clemente le comenzó a llamar Txingurri (hormiga en euskera). La sociedad entre Valverde y Clemente le dejó un nuevo mote al de Cáceres y llevó al Espanyol hasta la tercera plaza en la Liga de 1987 y a la final de la UEFA en la campaña siguiente. Con esas credenciales, Valverde llegó al Barça en el verano de 1988. Llevaba, por supuesto, una cámara de fotos, la gran pasión de Valverde hasta el día de hoy, reflejada en el libro Medio Tiempo. En su última escala en Bilbao, montó, junto a un colega, una escuela de fotografía en la capital de Vizcaya.
source Portada de Deportes | EL PAÍS http://ift.tt/2qCd151
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire