La Copa fue para el mejor: Leo Messi. Demasiado para un Alavés muy meritorio, capaz de debatir con el Barça, no con el reinado del argentino en el 29º título para los azulgrana. Asunto no mayor para un equipo para el que una sola Copa no puede ser un do de pecho, pero estababa obligado. Para el grupo vitoriano el broche lo puso su gente al grito unánime de campeones. Hay perdedores para la historia. Es el caso de este Alavés de sello glorioso.
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