Un autobús gris de cristales tintados cruzó la zona peatonal del Camp Nou para sorpresa de la gente. Cuando se abrieron las puertas del autocar, sin embargo, todos se arremolinaron a su alrededor. “¡Piqué!”, “¡Bartra!”, gritaban a medida que descendían los jugadores del Barça, ya envueltos en una nube de flashes y móviles que grababan la escena. “¡Messi, Messi, Messi!”, entonaron después cuando salió La Pulga y enfiló hacia el estadio. Esa fue la suerte de los aficionados que llegaron casi dos horas antes al estadio, que se encontraron con un autobús distinto del habitual, azulgrana y con el escudo bien visible. “Lo hemos cambiado para no llamar la atención”, explicó uno de los responsables de la seguridad del club; “es una medida de protección. Pero, por el resto, todo normal, aunque con muchos más efectivos”. Resulta que había unos 600 Mossos d’Esquadra en el recinto y alrededores, además de un sinfín de stewards y cuerpos de seguridad. La amenaza terrorista, tras los últimos atentados en suelo Europeo, ha elevado la alerta y toda medida de seguridad extraordinaria es bienvenida.
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