Pareció que Luis Enrique anteponía la defensa al ataque antes del clásico, preocupado por las ofensivas de Marcelo hasta el punto de que puso a Sergi Roberto de extremo y a Rakitic de volante derecho para taparle. Pero como el balón estaba entre las botas azulgranas, Sergi Roberto se preocupó más de ganar su espacio sobre el campo que de mirar atrás. Y lo ganó por dentro, demostrado que el juego de medios del Barcelona fue superior al juego de delanteros del Madrid. No hubo un solo futbolista azulgrana que desentonara y el bloque, de presión y zaga avanzada, con gusto por repartirse el esférico y facilidad para presentarse ante Navas, se llevó con solvencia un encuentro casi perfecto.
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