Carteles de una rubia zurda con una raqueta mínima en escorzo empapelaban las farolas de París esta semana. Eran los anuncios de los Internacionales de Francia de bádminton, que se disputaban en el estadio Pierre de Coubertin, y la imagen para promocionarlos no era, como de costumbre la de un malasio o un indonesio, sino la de una europea, la de Carolina Marín, una zurda de Huelva que, ganando el Mundial en 2014 y 2015, ha logrado cambiar la cara de un deporte confinado hasta su llegada en el continente asiático.
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