Si el Maratón de Nueva York fuera un país y el sudor su moneda, la desigualdad sería cosa del pasado. Mientras eso sucede, este domingo en la línea de salida de Staten Island, al sur de la ciudad, los más de 50.000 habitantes de ese Estado ficticio conformarán un inmenso mosaico social con un objetivo común: la meta situada en Central Park 42 kilómetros y 195 metros más allá.
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